Sarco, la cápsula para el suicidio asistido ha sido aprobada en Suiza

Reduce los niveles de oxígeno y se activa desde el interior.

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Sarco
Foto: Instagram/@3egamer

El gobierno suizo ha dado el visto bueno para utilizar la cápsula Sarco (una abreviatura de sarcófago) para quienes quieran someterse a la eutanasia, ya legal en el país suizo. La cápsula es fabricada por Exit, una organización australiana sin fines de lucro. 

La cápsula se puede instalar en clínicas que ya brindan la opción del suicidio asistido. El mecanismo letal funciona desde el interior y hace que la cápsula se llene de nitrógeno en medio minuto, reduciendo el oxígeno al 1%. Es una muerte digna y nada dolorosa, asegura el inventor de la cápsula.

“El paciente puede sentirse un poco desorientado y eufórico, antes de perder el conocimiento y luego morir de hipoxia e hipocapnia. El proceso es completamente indoloro, el paciente no siente pánico ni sensación de asfixia”, Philip Nitshke. 

En Suiza hay cientos de residentes que piden poder practicar la eutanasia, a menudo personas con discapacidades severas o en condiciones de sufrimiento extremo. 

Una práctica legal en algunos países del mundo.

El suicidio asistido se está extendiendo en los países desarrollados, pero muy lentamente. Ha sido legalizado nuevamente en Australia, pero sólo en uno de sus seis estados. Es legal en todo Canadá y nueve estados de Estados Unidos. Aunque el proceso está prohibido por ley en gran parte de Europa, las naciones que lo permiten han adoptado un enfoque liberal. 

La eutanasia es en la que la muerte puede ser causada por el consentimiento del médico a petición del paciente, es legal tanto en Bélgica como en los Países Bajos. No se requiere una enfermedad terminal; una discapacidad grave o una afección que cause una profunda miseria puede ser suficiente.

Un tema controvertido

“La vaina de la muerte elegante y colorida parece que está a punto de llevarte a un nuevo territorio, o que acaba de aterrizar después de ser lanzada desde una nave de la federación Star Trek”, dijo sarcásticamente Charles C. Camosy, profesor asociado de ética social y teológica en Fordham University en la ciudad de Nueva York, en un correo electrónico.

“Es diabólico que las máquinas se creen para facilitar que las personas se suiciden. La mayoría de las personas que solicitan la eutanasia no lo hacen debido a un dolor intenso e insoportable. Lo hace porque la cultura en la que vive le ha hecho sentir una carga”, apuntó. 

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