La violencia de género tiene múltiples caras, y no todas ellas están relacionadas con el maltrato físico; existen algunas que frecuentemente pasan desapercibidas, se normalizan y siguen reproduciendo la discriminación y desigualdad, una de ellas es la que se ejerce mediante el lenguaje.
El lenguaje, define la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres, es una expresión del pensamiento, un reflejo de las costumbres de una sociedad y cultura determinadas, por lo que históricamente ha sido fuente de violencia simbólica.
A través del lenguaje “se ha naturalizado la discriminación y la desigualdad que históricamente ha existido entre mujeres y hombres, las cuales tienen su origen en los roles y estereotipos de género” instaurados por la estructura machista.
🗣️ Según datos de Igualdad INE, el lenguaje incluyente tiene como objetivo evitar masculinizar o feminizar el modo de comunicación. Aquí algunas recomendaciones para usar uno que no discrimine o señale como violencia simbólica. #vibeincluyentehttps://t.co/1LiQ905kwq
— ViBE TV (@ViBETVmx) April 6, 2021
La cultura respalda la violencia
El libro La violencia en el lenguaje o el lenguaje que violenta de Anna María Fernández resalta que quien utiliza un lenguaje o expresiones sexistas “no es un ser enfermo, malvado o perverso”, sino que es una persona que comparte una cultura hegemónica, el discurso y las palabras que predominan en la sociedad en la que se desarrolla.
Eso no quiere decir que por eso deba dejarse de lado el concientizar sobre qué y cómo comunicamos, pues como bien se dice, el lenguaje es poder, lo que se expresa tiene un fondo “y todo acto y discurso tienen una intención social”.
Los chistes, memes, canciones, series, películas u otros productos de la sociedad reproducen un mensaje discriminatorio del que tendrían que estar conscientes, pues este suele tomarse como lo natural, seguirse divulgando y darle poder a la sociedad para restar importancia a la violencia simbólica que se ejerce con el lenguaje.
La investigación Lenguaje Sexista de María Antonieta Tejeda, destaca el hecho de que una de las manifestaciones claras entre la desigualdad “es la ocultación de la mujer en el lenguaje”, pues este, indica, es el “más influye en la formación del pensamiento de una sociedad”.
No es necesario ir lejos para encontrar una representación de la violencia simbólica que se fomenta con el lenguaje, basta con escuchar hablar a alguien de nuestro entorno o incluso a nosotros mismos, y notar como usamos el masculino como el neutro o universal.
¿El lenguaje es sexista? La pregunta sería más bien: ¿nuestra sociedad es sexista? A lo que se puede responder sin miedo a equivocarse que sí, por lo que resulta claro que también nuestro modo de comunicar lo es, y que en este punto lo relevante es ser consciente al momento de hablar o escribir con el fin de darle visibilidad a todos los integrantes, usando las palabras correctas y también evitando los discursos que fomentan la violencia contra las mujeres.
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