Meditar, esa práctica gracias a la cual le prestamos atención al aquí y ahora, es sin duda una de nuestras actividades de autocuidado favoritas. Durante años, la ciencia ha estado avanzando en descubrir cómo la meditación afecta al cerebro, y aquí te contamos qué ha descubierto.
Si bien, la mayoría de las personas asociamos la meditación con el enorme beneficio de reducir nuestros niveles de estrés, la ciencia ha comprobado que dicha práctica en realidad ayuda a la salud en general, por ejemplo, disminuyendo los síntomas del síndrome del intestino irritable.
La meditación, además, tiene una asombrosa variedad de beneficios neurológicos, desde cambios en el volumen de la materia gris hasta una actividad reducida en los centros “yo” del cerebro. Pero, ¿específicamente cómo este resulta afectado por meditar constantemente?
La meditación puede provocar cambios de volumen en áreas clave del cerebro
De acuerdo con un estudio de Sara Lazar y su equipo en Harvard, que se realizó en 2011, la meditación puede cambiar la estructura del cerebro.
La investigación arrojó que ocho semanas de reducción del estrés basada en la atención plena aumenta el grosor cortical del hipocampo, que gobierna el aprendizaje y la memoria, y en ciertas áreas del cerebro que desempeñan funciones en la regulación de las emociones y el procesamiento autorreferencial.
El estudio también demostró que meditar ocasiona disminuciones en el volumen de las células cerebrales en la amígdala, que es responsables del miedo, la ansiedad y el estrés, y estos cambios coincidieron con los autoinformes de los participantes sobre sus niveles de estrés.
Esto último indica que la meditación no sólo cambia el cerebro, sino también la percepción subjetiva y los sentimientos de las personas que la practican, quienes, tras ser constantes, sienten mejor psicológicamente.
En definitiva, la meditación tiene la capacidad de cambiar al cerebro, lo cual impacta positivamente a la salud física y mental.
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