Se rezagó combate a desigualdades de mujeres indígenas en América Latina

Pocos son los países que tienen registros o encuestas para medir la prevalencia de la violencia con mujeres indígenas.

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Instalarán en Paseo de la Reforma escultura dedicada a la mujer indígena
Foto: EFE

En los últimos 25 años se ha ralentizado el avance en los derechos de las mujeres indígenas de América Latina, quienes dicen que aunque su lucha comienza a ser visible, todavía hay muchas deudas y desigualdades.

La violencia de género, las barreras al acceso a la tierra en igualdad de condiciones, la autonomía económica y los servicios de salud y educación siguen siendo algunos de los problemas que aún persisten.

El tema fue preparado por el informe de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU titulado “Mujeres indígenas de las Américas a 25 años de Beijing” realizado por la oficina de Enlace Continental de Mujeres Indígenas de las Américas (ECMIA) que se introdujo en el marco de la 65ª sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer.

“Cuando hablamos de igualdad de género nosotras tenemos que estar todo el tiempo haciendo aportes sobre la interseccionalidad de ser mujer e indígena, pues el racismo es una de las principales causas de las violencias contra las indígenas. Además, vemos que todavía estamos pendientes en la agenda de los Estados y eso es preocupante”, explica la coordinadora de ECMIA y del Centro de Culturas Indígenas de Perú, Tarcila Rivera, durante una entrevista con Efeminista.

En el documento, los mandatarios realizaron inspecciones radiográficas de las condiciones de las mujeres indígenas, que representan el 8.5% (28 millones) de la población de América Latina y el Caribe, con el objetivo de poner la propuesta en la agenda de los países y tener acciones más concretas que les permitan cerrar la brecha de desigualdad.

Desigualdades que continúan en los indígenas

Las organizaciones de mujeres indígenas sitúan la lucha contra todas las formas de violencia en el primer plano de todas las prioridades porque son atacadas de dos maneras: por ser indígenas y por ser mujeres.

“La violencia no solamente se reduce al tema de la violencia doméstica o la violencia sexual sino que ahí se reproduce todo lo que pasa con las no indígenas, pero además se suma lo que nos pasa como indígenas”, explicó Rivera.

El informe señaló que, además de los diversos tipos de violencia, en estos años existieron tres grandes restricciones que les impidieron luchar con ellos:

En las estadísticas de los países, hay una falta de información desagregada por género y raza para medir. la gravedad del problema es estudiar las diversas manifestaciones y escalas de la violencia de género contra las mujeres indígenas en sus vidas y la falta de políticas públicas y contramedidas culturalmente relevantes adaptadas a los antecedentes de las mujeres indígenas americanas.

“Pocos son los países que tienen registros o encuestas para medir la prevalencia de la violencia con mujeres indígenas”, se menciona en el documento.

No obstante, a pesar de la falta de datos oficiales, la organización aún logró contar que el 31% de las mujeres indígenas que están casadas o en unión libre han sufrido algún tipo de violencia, incluyendo violencia psicológica (23%), violencia económica (17%) y violencia laboral (34%) son los más frecuentes.

“Las violencias obstétricas que viven las indígenas en el marco de procesos continuos de colonización y militarización se expresan -entre otras cosas- en partos que no se respetan culturalmente y en derechos sexuales y reproductivos que se vulneran”, indican las organizaciones.

Hay dos barreras que siguen impidiendo a las mujeres a tener puestos de poder: la primera se trata de la legitimidad de las mujeres para que puedan participar en la comunidad, ya que al no ser dueñas de las tierras no pueden acceder a los espacios de toma de decisiones comunitarias.

Y la segunda, está relacionada con el “bajo perfil que tiene dimensión espiritual para el aparato público en general, donde toda la participación se reduce a un espacio de disputa política, y también en el que están subrepresentadas las mujeres indígenas.

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