5 lecciones que nos dejó ‘El segundo sexo’ de Simone de Beauvoir

Esta obra de la filósofa francesa es considerada un precedente del movimiento feminista.

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Portada de El Segundo Sexo de Simone de Beauvoir
Foto: @miraquecuento / Twitter

El segundo sexo de Simone de Beauvoir se publicó en 1949, año en el que la obra fue calificada como controversial e indecente por la sociedad francesa, pues en esta se expone la condición de las mujeres como seres oprimidos, tocando temas como la maternidad, la sexualidad y la familia.

Se trata de un libro fundamental del pensamiento feminista, sobre todo durante la segunda ola de este movimiento, y el cual, luego de ser criticado, logró convertirse en un éxito en ventas y fue colocado en la lista de Los 100 libros del siglo XX del diario parisino Le Monde.

En su obra, Beauvoir describe la concepción de “mujer” desde distintos puntos, como el biológico, psicoanalítico e histórico, cuestionando lo que implica ser mujer, las situaciones a las que se enfrenta y cómo ha sido percibida a través de la historia y las culturas.

Algunas de las lecciones que El segundo sexo plantea y que pueden ser aplicadas en nuestra sociedad actual son:

La mujer es el “otro sexo”

Este modo de visibilizar la vida de la mujer destaca el papel secundario que se le ha adjudicado a la figura femenina históricamente, convirtiéndola en la subordinada de un sexo al que se le doto de poder en todos los ámbitos de la vida pública, pero también privada.

“Este mundo siempre ha pertenecido a los varones”

Simone explica que el hombre tomó la voluntad de dominar a la mujer, pero detalla que no existen ninguna razón científica que haya llevado a la figura masculina a llevar el papel del privilegio, más que las actividades que se les designaron considerando el hecho de que la mujer era quien daba vida.

“Los comienzos de la especie humana han sido difíciles; los pueblos recolectores, cazadores y pescadores no arrancaban del suelo más que míseras riquezas, y a costa de un duro esfuerzo; nacían demasiados niños con respecto a los recursos de la colectividad; la absurda fecundidad de la mujer le impedía participar activamente en el acrecentamiento de tales recursos, en tanto que creaba indefinidamente nuevas necesidades”.

“La mujer no nace, se hace”

Los estereotipos, la concepción de mujer, su historia se ha construido en torno a lo que la sociedad patriarcal atribuyó a su género. Señala que la mujer siempre ha sido vista como una hermana, madre o esposa, pero no como un ser con identidad propia.

“Toda mujer consiste en el útero”

Con esta frase se destaca el hecho de que la mujer ha sido condicionada a su constitución biológica, a su capacidad para la reproducción.

“La mujer está destinada a ser sometida, poseída, explotada, como lo es también la Naturaleza cuya mágica fertilidad ella encarna”, señala el texto.

“Toda la historia de las mujeres la han hecho los hombres”

Debido a que son los hombres quienes han creado los valores, costumbres, religiones y otras concepciones que rigen históricamente a la humanidad, es el ojo de ellos el que se ha colocado al momento de narrar la historia, incluso la que de mujeres habla, a excepción, señala la autora de algunas que han ejercido presión a estos, pero porque “los hombres estaban dispuestos a sufrirla”

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