Síndrome de la cara vacía, otra secuela que deja la pandemia

Tener el rostro cubierto por los cubrebocas ha comenzado a afectar a una parte de la población.

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Cartel para el uso del cubrebocas
Foto: EFE

La pandemia causada por el virus SARS-CoV-2 no solamente ha traído la enfermedad de COVID-19 sino que también otros padecimientos tanto físicos como emocionales, ya sea por secuelas de haber sido contagiado o secuelas que en sí la crisis de salud ha traído consigo y una de estas es el “síndrome de la cara vacía”.

Desde marzo de 2020 hemos experimentado otro tipo de vida a la que no estábamos preparados y ni siquiera llegamos a imaginar, dejando en el “pasado” el estilo de vivir con el que nos habíamos acostumbrado.

Actualmente, se convive con la población del “síndrome de la cara vacía” un padecimiento que, de acuerdo con José Antonio Galiani, un psicólogo, se identifica con “el conjunto de síntomas mentales y emocionales que nos ocasiona, por un lado, el dejar de tener puesta la mascarilla, debido a la sensación de vulnerabilidad a la enfermedad que podemos sentir y, por otro lado, el malestar que nos genera el ver a otras personas sin mascarilla”.

Y es que, aunque no lo creamos, los daños colaterales que la pandemia ha causado están comenzando a pasar factura. Entre las restricciones establecidas en casi todo el mundo y el uso de cubrebocas por largos periodos de tiempo, nos han obligado a ir con más del 50% del rostro cubierto y sin darnos cuenta, la interacción social, una característica humana y la parte emocional, se han alterado a cierta parte de la población.

“La reacción de cada individuo depende de muchos factores, tales como la interacción entre la personalidad de cada cual, es decir, si es más o menos temeroso, arriesgado, solidario…; también la percepción de vulnerabilidad, las situaciones que vive y cómo le ha ido en esta pandemia. Incluso va variando en sus reacciones según el momento o las circunstancias”, menciona Galiani.

El psicólogo ha clasificado a grupos sociales, entre ellos se encuentra el de “los cumplidores”, que son personas que se caracterizan por su ansiedad, temerosas y más minuciosas a la hora de cuidarse o exponerse a situaciones de peligro.

“Son personas que experimentan mucho malestar emocional y pueden ser altamente reactivas y desencadenar un conflicto o una agresión, ya que estas conductas anti normativas que se dan en su entorno hacen que se irriten, se frustren o se sientan ‘imbéciles’ por ese pulcro cumplimiento por su parte de las medidas sanitarias” detalla.

Emociones “ocultas”

Galiani indica que llevar la cara tapada nos oculta una parte importante de los signos que nos ayudan a distinguir las emociones que siente la persona que nos habla. Además, añade que hace algo más de dos décadas se descubrió que en nuestro cerebro existen unas neuronas, llamadas “neuronas espejo” que son responsables de la capacidad que tenemos de ser empáticos, ya que nos permiten percibir el estado de ánimo que tiene la persona que tenemos enfrente, si está cansada, alegre o triste.

“Los psicólogos, en nuestras consultas, hemos comprobado cómo la represión de los sentimientos produce, en las personas que los sufren, bloqueos emocionales, ansiedad, desafección y depresión. De hecho, uno de los objetivos de toda terapia es la liberación y expresión de las emociones, ya que son la base de la vuelta al equilibrio emocional y al bienestar de la persona”, expresa el psicólogo José Antonio.

Sin embargo, el especialista asegura que las mascarillas y las restricciones en las que se piden mantener distancia no son sinónimo de tener distancia emocional, ya que el amor y cariño que le tienes a alguien se le puede demostrar sin la necesidad del contacto directo, esto puede ser a través de las palabras, las miradas y los gestos. De la misma forma que, escuchándolos, dedicándoles tiempo o haciéndoles algún favor.

“Es especialmente importante intentar mantener un contacto regular con otras personas a través de una presencialidad responsable, hablando con las personas de más confianza y compartiendo tus sentimientos y preocupaciones con ellas”, concluye.

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