En una relación de pareja, en donde uno de los integrantes agrede física o emocionalmente a la otra persona y ejerce dominación sobre ella, puede existir la vinculación traumática, una compleja situación que dificulta que la parte afectada salga de esa unión.
Se trata de un vínculo que se forma frente a una situación intermitente de violencia, es decir que primero se ejercen los ataques, y posteriormente, a modo de recompensa, el agresor se muestra amoroso, comprensivo y arrepentido, a lo que se le conoce como “luna de miel”.
En entrevista para Coomeva Cooperativa, el psicólogo clínico de Cali, Colombia, Luis Eduardo Peña, señala que en este tipo de relaciones lo que existe es un vínculo que se cimentó en la dependencia y la sumisión, factores que se refuerzan ante la desacreditación constante de la víctima, lo que afecta su autoestima.
“Esta inseguridad sobre sí misma y las dudas sobre su valía como persona, hacen que la víctima no se sienta con la fuerza y la determinación necesarias para abandonar a su agresor”, destaca el especialista.
Apunta que se trata de una situación que se puede asemejar al síndrome de Estocolmo, que se refiere a cuando una víctima de secuestro muestra comprensión e incluso sentimientos positivos hacia su captor.
La vinculación traumática es similar al Síndrome de Estocolmo, en el que las personas cautivas llegan a tener sentimientos de confianza o incluso afecto por las mismas personas que las capturaron y las retuvieron en contra de su voluntad. #VínculoTraumático #AbusoNarcisista
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De acuerdo con el psicólogo, la dificultad de abandonar al agresor aparece debido a que la víctima se encuentra en un círculo viciosos, pues tras la violencia, llega “el cariño”, lo que hace que la víctima refuerce su idea de que él va a cambiar, de que las cosas mejorarán y que se trata de algo temporal.
Sin embargo, esto no ocurre, y se vuelve al mismo ciclo del que le es difícil escapar, pues se ha creado la idea de que depende de la otra parte, de su afecto intermitente o que es alguien a quien necesita.
Vivir bajo constante amenaza de abuso físico, emocional, sexual y psicológico, mezclado con la amabilidad ocasional, proporciona el comportamiento intermitente requerido para desarrollar la vinculación traumática. No es amor. Es dependencia emocional y ausencia de la identidad.
— Victoria (@yanoesninguna) August 6, 2021
Psychology Today explica que, al presentarse la vinculación traumática la persona sobre la que se ejerce la violencia puede llegar a pensar que solo necesita encontrar y cambiar lo que está haciendo mal para que el agresor modifique sus actitudes.
Este vínculo, resalta, se fortalecerá más cada vez que la víctima busque amor, aprobación o reconocimiento por parte del abusador, lo mismo que cuando los actos de violencia se intensifiquen.
Por ello, la ayuda profesional debe ser parte del proceso para alejarse del agresor, pues en caso contrario existe la posibilidad de que tras una separación se vuelva con él.
La violencia contra las mujeres se incrementó al iniciar el confinamiento. Si prevenimos el contagio, reduciremos las condiciones que pueden detonar la violencia en casa. #ONUMxCOVID19 pic.twitter.com/j1DCL9FC10
— ONU Mujeres México (@ONUMujeresMX) August 16, 2021
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