3 visiones feministas sobre el trabajo sexual

Dentro del feminismo existe un debate sobre el trabajo sexual, pues algunas abogan por su regularización, mientras otras lo hacen por la erradicación.

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Metáfora del trabajo sexual
Foto: Unsplash

Dentro del feminismo la visión sobre el trabajo sexual se encuentra fragmentada, pues mientras algunas feministas señalan que este debe ser erradicado, otras luchan por que sea reconocido para así garantizar los derechos humanos y laborales de quienes lo ejercen.

Además, otros grupos admiten que esta actividad es una forma de trabajo, sin embargo, también visibilizan que quienes se encuentran dentro de esta la eligen debido a que están condicionadas por las limitaciones de su contexto, dentro del sistema capitalista y patriarcal.

Feminismo abolicionista

El feminismo abolicionista, movimiento que trabaja por la erradicación de la prostitución, acusan que esta esta impulsada por la misoginia y el capitalismo.

“Comprar consentimiento no es darlo, es coerción”, señala la colectiva Brujas del Mar en una publicación en sus redes sociales, y, resalta, que la sexualidad de las mujeres no debe ser comercializada para el entretenimiento de los hombres.

En un artículo para Pikara Magazine, Teresa Maldonado, integrante de feminisAlde, señala sobre este debate intrafeminista que la prostitución es “una institución con larga historia”, la cual, señala, lo hace ser lo que es hoy, y es como es vista por quienes se sitúan en esta postura, como una “institución patriarcal y capitalista, complementaria del matrimonio”.

Citando a la abolicionista Victoria Sau, señala que ella explicaba que el patriarcado “es una forma de distribución de mujeres” a quienes a través del matrimonio da una a cada hombre y que deja un remanente de mujeres que no son propiedad de un solo sujeto, sino que lo son de todos, refiriéndose a las trabajadoras sexuales.

Autonomía sobre sus cuerpos

En tanto, quienes están a favor de la regularización de esta actividad como una labor más defiende que las mujeres tengan la autonomía de decidir sobre sus cuerpos incluso cuando se trata de la comercialización de estos.

Aseguran que se trata de libertad sexual, dejando de lado conceptos basados en la moral y poniendo como prioridad el garantizar a quienes ejercen el trabajo sexual por decisión propia un espacio en el que puedan ejercer con los derechos que merecen, así como con las políticas públicas requeridas para que la violencia, la criminalización, los estigmas y discriminación en contra de este sector dejen de existir.

La Asamblea de Mujeres de Córdoba Yerbabuena destaca que “no es justo que re-estigmaticemos a las mujeres que manifiestan que la ejercen voluntariamente, sean muchas o pocas, no les neguemos los derechos por los que hemos luchado y seguiremos luchando, no les neguemos la palabra, escuchémoslas sin prejuicios”.

No escapa del patriarcado

En tanto, entre estos polos se destacan posturas como la que explica Maldonado, quien señala que es cierto que la prostitución actualmente tiene diversas facetas, pues no solo la ejercen mujeres sino también hombres y personas cis y trans, aunque es de señalarse que la predominación entre quienes recurren a este “servicio” son los hombres.

Apunta que el trabajo sexual puede “elegirse” como un modo de obtener ingresos, ´sin embargo esto se hace bajo ciertas limitaciones contextuales determinadas por la estructura patriarcal y el sistema capitalista.

Por ello, se apunta que aunque todas tenemos la capacidad de elegir, la realidad es que esta no ocurre en las mismas circunstancias para la totalidad, pues existen grupos marginados, discriminados y que se encuentran en circunstancias específicas en los que el abanico de opciones es reducido.

Aunque si bien existen diferencias, también hay puntos en común entre las posturas feministas sobre el trabajo sexual, como lo son la lucha contra la trata de personas, contra la explotación sexual de mujeres, por la defensa de los derechos humanos de quienes se encuentran en este sector y la contra en cuanto a la violencia y criminalización a la que se enfrentan las trabajadoras sexuales.

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