¿Quién es Kati Kariko? La científica detrás de la vacuna conta COVID-19

Decidió que quería ser científica, aunque nunca había conocido a uno y se mudó a los Estados Unidos a los veinte años.

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Kati Kariko
Foto: EFE

Katalin Kariko, de 66 años, conocida por sus colegas como Kati Kariko, se ha convertido en una de las heroínas en el desarrollo de la vacuna contra COVID-19. Su trabajo, junto con su colaborador cercano, el Dr. Drew Weissman de la Universidad de Pennsylvania, sentó las bases para las vacunas increíblemente exitosas fabricadas por Pfizer-BioNTech y Moderna.

A lo largo de su carrera, la Dra. Kati Kariko se ha centrado en el ARN mensajero o ARNm, el guion genético que transmite instrucciones del ADN a la maquinaria de producción de proteínas de cada célula. Estaba convencida de que el ARNm podría usarse para instruir a las células a fabricar sus propios medicamentos, incluidas las vacunas.

No obstante, durante muchos años su carrera en la Universidad de Pensilvania fue frágil. Ella migró de un laboratorio a otro, confiando en un científico experimentado para recibirla. Nunca ganó más 60 mil dólares al año.

El Dr. Anthony Fauci, director de los Institutos Nacionales de Alergias y Enfermedades Infecciosas, está familiarizado con el trabajo de Kariko.

“Ella estaba, en un sentido positivo, un poco obsesionada con el concepto de ARN mensajero”, dijo para una entrevista con The Telegraph.

La lucha de la doctora Kati Kariko por mantenerse a flote en el mundo académico suena familiar a los científicos. Necesitaba subvenciones para perseguir ideas que parecían locas y fantasiosas. No los consiguió, aunque se recompensó otras investigaciones menos ambiciosas.

Para muchos científicos, un nuevo descubrimiento va seguido de un plan para ganar dinero, iniciar un negocio y obtener una patente, pero no para la Dra. Kariko. De acuerdo con el Dr. Langer, eso se encuentra muy alejado de la mente de Kati.

¿Quién es Kati Kariko?

Creció en la pequeña ciudad húngara de Kisujszallas y es hija de un carnicero. Obtuvo un doctorado en la Universidad de Szeged y trabajó como becaria postdoctoral en su centro de investigación biológica.

En 1985, cuando el programa de investigación de la universidad estaba escaso de dinero, la Dra. Kariko, su esposo y su hija de dos años, Susan, se mudaron a Filadelfia para un puesto postdoctoral en la Universidad Temple.

En 1989, consiguió un trabajo con el Dr. Elliot Barnathan, entonces cardiólogo en la Universidad de Pensilvania. Era un puesto de bajo nivel como profesora asistente de investigación, y nunca tuvo la intención de conducir a un puesto permanente. Se suponía que iba a ser apoyada por subvenciones, pero no llegó ninguna.

Ella y el Dr. Barnathan planearon insertar ARNm en las células, lo que las impulsó a producir nuevas proteínas. En uno de los primeros experimentos, esperaban usar la estrategia para instruir a las células para que produjeran una proteína llamada receptor de uroquinasa. Si el experimento funcionaba, detectarían la nueva proteína con una molécula radiactiva que sería atraída por el receptor.

Primeros avances

Un día los dos científicos sobrevolaron una impresora de matriz de puntos en una habitación estrecha al final de un largo pasillo. Se conectó a una impresora un contador gamma, necesario para rastrear la molécula radiactiva.

Su detector había descubierto nuevas proteínas producidas por células que se suponía que nunca las producirían, lo que sugirió que el ARNm podría usarse para dirigir cualquier célula para que produzca cualquier proteína a voluntad.

Pronto, se realizaron ensayos clínicos de una vacuna de ARNm de la influenza y se hicieron esfuerzos para crear nuevas vacunas contra el citomegalovirus y el virus Zika, entre otros, hasta que se apareció el coronavirus.

Los investigadores han sabido durante 20 años que la característica crucial de cualquier coronavirus es la proteína de pico en su superficie, que permite que el virus se inyecte en las células humanas, por lo que era un objetivo importante para una vacuna de ARNm.

Aparece el COVID-19

Los científicos chinos publicaron la secuencia genética del virus que asola Wuhan en enero de 2020, y los investigadores de todo el mundo se pusieron a trabajar. BioNTech diseñó su vacuna de ARNm en cuestión de horas; Moderna lo diseñó en dos días.

El 8 de noviembre llegaron los primeros resultados del estudio Pfizer-BioNTech, que mostraban que la vacuna de ARNm ofrecía una potente inmunidad contra el nuevo virus. La Dra. kATI Kariko no dudó en contarle la buena noticia a su marido sobre la función de la inoculación.

Katalin Kariko fue vacunada el 18 de diciembre en la Universidad de Pennsylvania. Su vacuna se convirtió en un evento de prensa ya que, sin su invaluable trabajo para la ciencia y la medicina.

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