El contagio en un espacio cerrado ha sido uno de los momentos en los que debemos tener mayor cuidado; ocupar el cubrebocas y ventilar los espacios hace crucial el hecho de salir sano de un salón de clases, un bar o de una reunión con amigos.
Un simulador generado en la Universidad de Colorado para representar los escenarios donde se potencia el contagio con partículas (aerosoles) de COVID por hablar en voz alta o gritar en un espacio cerrado, identificó algunos de los escenarios más arriesgados.
El primer escenario es en un salón cerrado, como puede ser la sala de una casa, o un sitio donde se realicen reuniones familiares o de amigos. Si en ese espacio cerrado hay seis personas, una de ellas contagiada, y si estas personas pasan cuatro horas hablando en voz alta sin cubrebocas ni ventilación, las otras cinco personas también se contagiarían.
Si se usan mascarillas pero el espacio cerrado no se ventila, solo una persona se mantendría a salvo, ya que en esas condiciones la protección facial no es suficiente. El riesgo se reduce a menos de un posible contagio si a las mascarillas se suma ventilación y si el tiempo de reunión se reduce a la mitad.
En el caso de un bar, con aforo reducido de 15 comensales y tres empleados, pero sin ventilación mecánica ni puertas y ventanas abiertas, en cuatro horas se contagiarían 14 clientes. Con mascarillas permanentes, se reduciría el número a ocho clientes. Y si el lugar se ventila adecuadamente y la estancia se reduce a dos horas, la posibilidad se reduce a una sola persona posiblemente contagiada.
En el caso de un salón de clases con 24 estudiantes, donde el posible contagiado es el profesor, y en donde tampoco hay ventilación adecuada, en un par de horas el contagio podría afectar a la mitad de los alumnos. Con mascarillas, el contagio podría afectar a cinco personas. El riesgo disminuye significativamente si se hacen pausas cada hora para ventilar completamente todo el aire del lugar.
Se ha descubierto que hay un alto riesgo de contagio en las partículas que despedimos con la saliva y que se esparcen al hablar, cantar o gritar en un espacio cerrado, además de toser o estornudar. Esas partículas también se pueden esparcir al respirar o con mascarillas mal ajustadas, pueden ser contagiosas dependiendo del tiempo y la cercanía con la persona enferma.
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