El queso en México se presenta en distintas variedades, como lo son: el Cotija, Chihuahua, bola de Ocosingo o el quesillo de Oaxaca. Sin embargo no todos son producidos con leche, además de carecer de otros ingredientes que lo hacen menos nutritivo.
Etiquetado
Cuando en el empaquetado no aparece la palabra “queso” o está la leyenda “imitación queso” no hay que pensarlo más: no es queso, es un sucedáneo. Aunque aparezcan propiedades de un auténtico queso, como “para gratinar”, “especial pizza” o “rallado”.
Esto se debe a que se trata de productos que no cumplen con la normativa para llamarse “queso”. Pero que se ponen a disposición de consumidor a través del circuito de productos alimenticios por lo que no necesitaban ser un queso auténtico.
“Si compras un queso a 50 pesos el kilo y tomas en cuenta que se necesitan 10 litros de leche para elaborar tan solo un kilo de queso, el precio debería ser de 60 pesos, sin contar todos los costos que se le suman. Entonces, al adquirir un importe por debajo de este valor, muy probablemente estás comprando un queso análogo o plastiqueso”, explica Georgina Yescas para el diario El Universal.
De igual manera hay que poner atención si aparece la palabra “queso”, pero se acompaña de algún adjetivo como “queso fundido”. Este tipo de productos, aunque contengan queso (la norma obliga al 50% como mínimo), exageran su contenido en sal, ya que contienen ingredientes como fosfatos y polifosfatos de sodio, para conseguir un resultado más grasiento mientras se abaratan los costos.
¿Es queso?
Para saber si compras un producto auténtico, debes de revisar que en la etiqueta aparezca la palabra “queso”. Después debes de revisar el etiquetado. De acuerdo con la norma, el queso verdadero debe de incluir los siguientes ingredientes: leche, cuajo, fermentos lácticos y sal. Su presentación debe ser en forma de cuña, rodajas, rallado o en trozos.
Otro característica en la que hay que poner atención, es que aunque se trate de un auténtico “queso”, se recomienda tener un consumo moderado por su alto contenido en lípidos (grasas saturadas). Los cuales favorecen el incremento de colesterol en la sangre y la aparición de enfermedades cardiovasculares.
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