Trasladar la escuela al hogar no ha sido sencillo para las madres y los padres, las abuelas y los abuelos, a quienes se les ha delegado parte de la responsabilidad de la enseñanza y del aprendizaje de las niñas y los niños que han tenido que aprender nuevas formas de estudiar lejos de las aulas.
“Las escuelas son ambientes y comunidades importantes, porque ahí se aprenden cosas disciplinares, como matemáticas y español, y otras habilidades, como la empatía con personas diferentes y diversas”, comenta Manuel López Pereyra, especialista e investigador del Departamento de Educación de la Universidad Iberoamericana, (IBERO).
Lopez Pereyra encabeza el proyecto ‘Pedagogías diversas: la voz de los niños y las niñas sobre la pandemia COVID-19’ en esta institución, a través de la cual buscan entender cuál es la respuesta pedagógica de los infantes al haber trasladado la escuela al hogar.
Pedagogías diversas
De acuerdo con esta investigación, se ha podido percibir que los menores no han tomado clases en línea en su casa, pero continúan aprendiendo, por ejemplo, a cocinar, a limpiar, a cultivar, “un sinfín de actividades que nosotros en la educación les llamamos no escolarizadas, pero que contienen muchísimo aprendizaje”, indica el especialista.
“Al continuar sus estudios en el hogar, las niñas y niños están teniendo muchas oportunidades para poder jugar, para tener otros procesos de aprendizaje, como los de las prácticas lúdicas, que muchas veces en México no se dan, porque al ser el sistema educativo muy vertical, mantiene a las niñas y los niños sentados, cuando muchas veces ellas y ellos aprenden más con recursos recreativos”
La educación del futuro
Los especialistas que elaboran esta investigación reflexionan en cómo las niñas y los niños, las familias y los docentes pueden interactuar en los procesos de enseñanza-aprendizaje, particularmente en momentos de contingencia, y qué pueden aprender de esto las y los profesores.
Escucha a los pequeños en casa
En la investigación Pedagogías diversas lo más importante es escuchar las experiencias de las niñas y los niños, qué es lo que han vivido; comenta López Pereyra, quien asegura que una de las principales ideas es trabajar sobre las comunidades de aprendizaje que las propias niñas y niños han creado.
“Nosotros como docentes tenemos que tomar esos aprendizajes y darles un seguimiento, más que imponer qué es lo que tienen que aprender”.
Bienestar emocional
También se quiere identificar el bienestar emocional en las familias, cuáles son las emociones que las niñas y los niños están presentando y qué se está haciendo con ellas, porque en el regreso a clases ayudará a los docentes saber cuáles son esas experiencias.
“Es como un diagnóstico, saber qué es lo que pasó, cómo lo vivieron, y de esa manera nosotros también poder decidir cuáles son los materiales, cuáles son los temas que podemos hablar en clase, cuáles son las responsabilidades que tenemos”.
