No siempre se acepta estar triste, enojado o incluso deprimido. Para escuchar a algunas personas, debes mostrar constantemente una sonrisa y una “vida social perfecta”. Ver “la vida color de rosa” se ha convertido en la consigna. Sin embargo, negar las emociones y pensamientos negativos puede tener consecuencias en nuestra salud mental. Esto se llama positivismo tóxico.
Ser optimista y positivo en la vida es algo bueno. Esto puede ayudarnos a poner las cosas en perspectiva y no hundirnos ante los obstáculos. No obstante, en nuestra sociedad, sobre todo a través de las redes sociales, el positivismo se ha convertido en un mandato judicial.
Positivismo tóxico, el mandato de sentirse siempre bien
“Hay cosas peores en la vida”, “todo estará bien”, “piensa en positivo”, “pero sonríe, hay cosas más graves”. Seguro que has oído estas frases salir de boca de los que te rodean o incluso te las dices a ti mismo.
Ser optimista es una cualidad muy esperada en nuestra sociedad, porque si eres demasiado negativo, eres mal percibido, incluso considerado depresivo, débil. En definitiva, habrás entendido que en nuestra sociedad, la negatividad está generalmente prohibida.
De la positividad a la toxicidad
Ser positivo es bueno, pero a condición de que dejes espacio a las emociones negativas y las exteriorices, a riesgo de caer en una positividad tóxica. Buscar tener una actitud absolutamente positiva, incluso en circunstancias difíciles, es peligroso para la salud.
“La positividad tóxica es la idea de que solo debemos centrarnos en las emociones positivas y los aspectos positivos de nuestras vidas. Es la creencia de que si ignoramos las emociones o los momentos difíciles, seremos mucho más felices”, comentó la Dra. Heather Monroe al Huffington Post.
Entonces, si la positividad ayuda a superar algunas dificultades, puede ser contraproducente. A menudo, negar las emociones negativas aumentará inconscientemente los sentimientos de inquietud.
Insistimos en que “todo va a estar bien”, “debemos seguir siendo optimistas”, y de esta forma no sanamos el dolor, todo lo contrario. Acumulamos todas las emociones y terminamos explotando. Esto puede conducir a un estrés excesivo y a hacernos caer en un círculo vicioso.
Además, algunos estudios han demostrado que las personas que dan mucha importancia a su propia felicidad son, paradójicamente, menos felices. Especialmente, en las situaciones en las que esperan ser los más felices.
La negatividad no es incompatible con la felicidad
No te preocupes, no te están pidiendo que dejes de ser feliz, o que dejes de buscar la felicidad, pero más bien acepta que hay altibajos en la vida. En lugar de tratar de aumentar el nivel de felicidad de inmediato, concéntrate en comportamientos que maximicen la probabilidad de lograrlo.
Por lo tanto, te recomendamos que, si te sientes mal, simplemente aceptes que está bien no estar bien. A veces decir “sí, esta situación es terrible” es lo más positivo que puedes hacer. También puedes confiar en los demás y compartir tus emociones. Si esto te resulta muy complicado, puedes hacerlo contigo mismo, anotando todas tus preocupaciones y angustias en una libreta.
A través de estas acciones, te permites ser infeliz por el tiempo que sea necesario y le haces saber a tu cerebro que es completamente normal tener este tipo de pensamientos.
Por último, te recomendamos encarecidamente que te desvincules de contenidos demasiado perfectos que aboguen por el culto al positivismo. No se te pide que elimines tu cuenta de Instagram, sino que revises lo que sigues. Sobre todo porque hay relatos que tratan de manera realista y con humor temas relacionados con la salud mental y la psicología.
Así que tómate el tiempo para escuchar a tu cuerpo y expresar todas tus emociones. Después de todo, como dice el proverbio budista, “El dolor es inevitable. El sufrimiento es opcional”.
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