¿Qué es la masculinidad tóxica y cómo es que ésta surgió?

Todos los hombres de nuestra sociedad heredan parte de ella.

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Masculinidad tóxica
Foto: Pexels

Quien se preocupa por la masculinidad tóxica no muestra sus emociones. Debe ser viril, dominante, protector. Él no puede agrietarse. Lo que lo lleva al odio y la violencia hacia aquellos que no cumplen con su estándar de virilidad. 

Si la comunidad LGBTQIA+ y las mujeres son las primeras víctimas, los hombres también sufren enormemente. Afortunadamente, existen muchas soluciones para repensar las masculinidades del mañana.

Masculinidad tóxica y sus comportamientos nocivos

“Serás un hombre hijo mío”, al ver esta frase, todos tenemos la imagen de un hombre seguro de sí mismo, musculoso, viril, dominante, dispuesto a luchar por defender a su familia. No tiene miedo, ninguna emoción visible. 

Este estereotipo hace que algunos hombres actúen con más violencia cuando sienten que su masculinidad está en duda. Esta masculinidad percibida como “normal” representa entonces un conjunto de conductas nocivas para el hombre mismo, y para quienes le rodean. 

Todos los hombres de nuestra sociedad heredan parte de ella. Se traduce en el rechazo al llanto, o a cualquier sensibilidad que parezca “femenina”. Nos lo enseñan desde pequeños, en la familia, los medios de comunicación, los anuncios o incluso las redes sociales.

Este concepto se ha asociado durante mucho tiempo con las luchas feministas. No obstante, los mandatos masculinos y sus consecuencias se remontan a la antigüedad. Y la “masculinidad tóxica” tiene su origen en el trabajo de Pierre Bourdieux sobre la dominación masculina y la socióloga australiana, Raewyn Connell sobre la hegemonía masculina, en la década de 1980.

Posteriormente, en la década de los 90, buscaron justificar conductas nocivas vinculadas a la ausencia del padre. Luego, la bloguera feminista estadounidense, Amanda Marcotte popularizó el concepto en la década de 2010.

Las consecuencias de la masculinidad tóxica en mujeres y hombres

Esta masculinidad es entonces calificada como “tóxica” por sus consecuencias nocivas y significativas para las mujeres y la comunidad LGBTQIA+. Cualquiera que no cumpla con los estándares de masculinidad tóxica experimenta el comportamiento violento de estos hombres. Si bien las mujeres y las personas LGBT son las primeras víctimas de este fenómeno, los hombres también lo sufren en gran medida.

El hombre preocupado por la masculinidad tóxica no se permite el derecho a mostrar un ápice de vulnerabilidad, de sensibilidad. Sus sentimientos son reprimidos constantemente, lo que genera una frustración insoportable. Sus respuestas son, por tanto, más violentas, hacia los demás y hacia sí mismo.

Para Gary Barker, presidente de la ONG “Promundo”, que promueve una masculinidad más saludable, dice que “desde un punto de vista global, los suicidios representan la mitad de las muertes violentas de hombres”.

“El esfuerzo que requiere el hombre para adaptarse al ideal masculino genera ansiedad, dificultades emocionales, miedo al fracaso y conductas compensatorias potencialmente peligrosas y destructivas”, explica Gary Barker

Por infortunio, esto no es todo: las consecuencias también serían palpables para el planeta. Un estudio sueco descubrió el impacto de la masculinidad tóxica en el medio ambiente. 

Los hombres provocan un 16% más de emisiones responsables del calentamiento global que las mujeres. Sobre todo, por sus compras excesivas de diésel para automóviles. En definitiva, sería beneficioso pensar en una masculinidad más saludable, para todos. 

Hacia una masculinidad más sana

¿Cómo repensar nuevas formas de masculinidad? Hoy en día, existen muchos libros, blogs y podcasts para ayudar a los hombres a cuestionar ciertos comportamientos que, en la actualidad, ya se han señalado como preocupantes.

Podría ser interesante poner en marcha acciones sostenibles en materia de educación infantil. En la escuela y en el hogar, pequeños gestos pueden poner fin a mandatos dañinos para la virilidad y la dominación masculina. 

También debemos pensar en sensibilizar a los hombres en general. En particular, se les debe hacer entender que las demandas feministas no son ataques personales. De lo contrario, será imposible cuestionar su conducta y su privilegio. 

Y tú, ¿los hombres que te rodean cuestionan su forma de masculinidad? Si es así, ¿cómo lo hacen?

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