¿Por qué no hay que “rescatar” a las mujeres afganas pero sí apoyarlas?

Las mujeres y niñas en Afganistán se enfrentan al riesgo de la violación de sus derechos ante la llegada de los talibanes al poder.

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Talibanes instauran gobierno provisional sin mujeres
Foto: Twitter/@jawidomid

Recientemente en redes sociales comenzaron a circular las imágenes de grupos de mujeres que, se señala, caminaban por Afganistán en los años 70, vestidas con faldas, blusas, chaquetas, algo más parecido a lo que podemos ver en nuestro contexto.

Las fotografías se comparan con otras en la que grupos de mujeres, en años actuales, circulan vestidas con el burka, vestimenta que cubre su rostro y cuerpo hasta los pies.

En torno a esta comparación las críticas pronto se hicieron presentes, algunas internautas señalaron que sí, que las mujeres en la nación asiática se enfrentaban a una serie de restricciones que violaban sus derechos, como el no poder ir a la escuela, al trabajo, o no tener permitido salir de sus hogares sin un acompañante hombre.

Todas estas, parte de las extremistas determinaciones de la interpretación de la ley del Islam de los talibanes, quienes se han hecho con el poder tras la salida del presidente Ashraf Ghani Ahmadzai, el retiro de las tropas estadounidenses, la toma de la capital y de gran parte del territorio de la nación.

Las comparaciones de las mencionada fotografías precisaba señalar que antes las mujeres afganas sí tenían derechos y libertades, tomando como referencia solo el hecho de que portaban algo que va acorde con la cultura occidental.

Ante esto, se han lanzado críticas en contra del burka, apuntando que se trata de una imposición, de la invisibilización de las mujeres, de parte de la violación a sus derechos, de una crueldad.

No obstante, se ha destacado que apoyar a las mujeres en Afganistán no tendría porque vincular la mirada occidental sobre sus tradiciones, costumbres o su religión, pues muchas de ellas son musulmanas y por ello portan el burka.

Lo mismo que ocurre con otras prendas que se usan en línea con la religión que practican, como el niqab, que cubre el cuerpo y rostro a excepción de los ojos; el chador, que se envuelve en el cuerpo, pero deja a la vista el rostro, o el hiyab, que cubre el cabello y el cuello.

La vestimenta no tendría que ser una imposición ni motivo de castigos que llegan incluso a la ejecución, pero ni las faldas o shorts implican tener derechos y libertades garantizados, ni el burka lo contrario, sino más bien tendría que tratarse de una decisión propia, que ni el machismo con sus estereotipos decida, ni las facciones extremistas.

El riesgo para las mujeres afganas frente al régimen talibán es real, pero asumir que las prendas que usan en todos los casos es por opresión, es hablar desde el desconocimiento, desde las creencias propias, es buscar uniformar culturas y poner como meta o como lo “natural” o “normal” la cultura occidental.

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