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5 poemas para recordar a Alejandra Pizarnik a 85 años de su nacimiento

La poetisa y traductora argentina es recordada a pesar por los grandes escritos que realizó a pesar de haber perdido la vida tan joven.

Alejandra Pizarnik
Foto: @CulturaNacionAR / Twitter

Flora Alejandra Pizarnik fue una poeta que nació el 29 de abril de 1936 en Avellaneda, Argentina, hija de inmigrantes rusos-judío y es especialmente recordada por sus poemas que tenía un sentido sofocante de exilio y desarraigo.

Estudió filosofía y literatura en la Universidad de Buenos Aires, y tiempo después, también incursionó en la pintura, al lado del pintor catalán argentino Juan Batlle Planas. No obstante, para 1960 se mudó a París en donde trabajó para revistas y editoriales francesas.

Fue ahí donde publicó su poesía y de igual manera tradujo al español obras de otros escritores como Henri Michaux, Antonin Artaud, Marguerite Duras e Yves Bonnefoy; después de cinco años, regresó a Argentina en donde publicó tres de sus ocho colecciones de poesía: Las obras y las noches (1965), Extracción de la piedra de la locura (1968) y El infierno musical (1971).

Como también una de sus obras más famosas en prosa que está basada en una condesa húngara llamada Elizabeth Báthory, la cual lleva de título La condesa sangrienta, publicada en 1965.

No obstante, la vida de Alejandra Pizarnik durante su infancia fue difícil y dichas vivencias le sirvieron para crear su figura poética. De los eventos que más marcaron a Alejandra fue la constante comparación que se la hacía con su hermana mayor, sumando que durante su adolescencia tuvo problemas de acné y fue propensa a subir de peso; padecía de asma y tartamudez.

Sus constantes crisis depresivas causadas por la fusión entre su vida y la poesía llevaron a Alejandra a que tuviera dos intentos de suicidio, el primero en 1970. Después de dos años de este evento, la poeta se encontraba internada en un hospital psiquiátrico por su cuadro depresivo.

Sin embargo, para el 25 de septiembre de 1972, el hospital le dio permiso de salir, se tomó alrededor de cincuenta pastillas de Seconal llevándola a la muerte.

Poemas de Alejandra Pizarnik

  • Cenizas

La noche se astilló de estrellas
mirándome alucinada
el aire arroja odio
embellecido su rostro
con música.

Pronto nos iremos

Arcano sueño
antepasado de mi sonrisa
el mundo está demacrado
y hay candado pero no llaves
y hay pavor pero no lágrimas.

¿Qué haré conmigo?
Porque a Ti te debo lo que soy
Pero no tengo mañana
Porque a Ti te…
La noche sufre.

  • Cuarto solo

Si te atreves a sorprender
la verdad de esta vieja pared;
y sus fisuras, desgarraduras,
formando rostros, esfinges,
manos, clepsidras,
seguramente vendrá
una presencia para tu sed,
probablemente partirá
esta ausencia que te bebe.

  • Despedida

Mata su luz un fuego abandonado.
Sube su canto un pájaro enamorado.
Tantas criaturas ávidas en mi silencio
y esta pequeña lluvia que me acompaña.

  • Exilio

A Raúl Gustavo Aguirre

Esta manía de saberme ángel,
sin edad,
sin muerte en qué vivirme,
sin piedad por mi nombre
ni por mis huesos que lloran vagando.

¿Y quién no tiene un amor?
¿Y quién no goza entre amapolas?
¿Y quién no posee un fuego, una muerte,
un miedo, algo horrible,
aunque fuere con plumas,
aunque fuere con sonrisas?

Siniestro delirio amar a una sombra.
La sombra no muere.
Y mi amor
sólo abraza a lo que fluye
como lava del infierno:
una logia callada,
fantasmas en dulce erección,
sacerdotes de espuma,
y sobre todo ángeles,
ángeles bellos como cuchillos
que se elevan en la noche
y devastan la esperanza.

  • Hija del viento

Han venido.
Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
a carencias,
a llanto.
Pero tú alimentas al miedo
y a la soledad
como a dos animales pequeños
perdidos en el desierto.

Han venido
a incendiar la edad del sueño.
Un adiós es tu vida.
Pero tú te abrazas
como la serpiente loca de movimiento
que sólo se halla a sí misma
porque no hay nadie.

Tú lloras debajo del llanto,
tú abres el cofre de tus deseos
y eres más rica que la noche.

Pero hace tanta soledad
que las palabras se suicidan.

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