La “niñofobia” se refiere a la aversión o miedo irracional hacia los niños y es un fenómeno social que ha sido documentado en diversas culturas y épocas históricas.
Hay varias teorías sobre por qué existe la niñofobia. Una de las razones es que, en algunas sociedades, la paternidad se ve como un trabajo poco valorado y poco remunerado, lo que puede llevar a una falta de respeto hacia los niños y sus padres. Además, algunas personas pueden sentir que los niños son ruidosos, desordenados o simplemente una molestia, lo que puede llevar a la negatividad hacia ellos. También es posible que la niñofobia esté relacionada con el miedo a la responsabilidad y la carga financiera que conlleva tener hijos.
La niñofobia también puede ser alimentada por la falta de conocimiento sobre el desarrollo infantil y la falta de habilidades para lidiar con niños en situaciones difíciles o desafiantes. En algunos casos, las personas pueden haber experimentado un trauma o abuso en su infancia que ha influido en su miedo o rechazo hacia los niños.
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La niñofobia puede extenderse en parte debido a la forma en que se retratan los niños en los medios de comunicación. A menudo se muestran como hiperactivos, desobedientes y molestos, lo que puede reforzar la idea de que los niños son difíciles de manejar. Además, la sobreexposición a las noticias de casos de abuso infantil o violencia puede llevar a una visión más negativa de los niños.
En última instancia, la niñofobia es un problema cultural complejo que puede ser influenciado por una variedad de factores sociales, culturales y psicológicos. Es importante trabajar para desafiar las actitudes negativas hacia los niños y educar a las personas sobre el valor y la importancia de la crianza de los hijos.
Algunos ejemplos de niñofobia podrían incluir:
- Una persona que evita ir a lugares públicos o eventos donde hay niños, porque se siente incómoda o ansiosa alrededor de ellos.
- Un empleador que rechaza a un candidato para un trabajo simplemente porque tiene hijos, sin considerar sus habilidades o experiencia laboral.
- Un vecino que se queja constantemente del ruido que hacen los niños que juegan al aire libre, incluso durante el día.
- Una persona que habla negativamente de los niños y la paternidad, sugiriendo que las personas que tienen hijos son “tontas” o “irresponsables”.
- Un miembro de la familia que evita interactuar con los niños en reuniones familiares, o que los trata de manera brusca o desconsiderada.
A esto podemos agregar que se ha vuelto una especie de moda excluir a los niños, por ejemplo en eventos sociales como fiestas de cumpleaños, bodas o reuniones. Esto se debe en gran medida y tiene una correlación con el bombardeo estético que hay en las redes sociales.
Actualmente, no hay nada que las personas hagan sin pensar en subirlo a sus redes y como se verá cuando lo compartan. Por lo que en función a las fotos y videos, se ha optado por apartar a los niños, pues, ¿cómo se verían jugando o no replicando la pose perfecta en una foto?
Es importante tener en cuenta que estos comportamientos no son necesariamente indicativos de una fobia clínica, pero sí pueden indicar una actitud poco consiente del orden de la vida. Es decir, los niños así como los ancianos, no son una especie distinta sino etapas diferentes de una misma especie; el ser humano.
Todos aquellos que se encuentran en su juventud y tienden a estas actitudes de rechazo, fueron niños y serán ancianos.
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