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Sexo sin amor, ¿mito o realidad?

Sexo sin amor
Sexo sin amor

¿Tenemos un problemita en asociar el amor con el sexo? Vamos a hablar de si es posible o no el placer lejos del amor

Casi siempre que se habla de sexualidad hacemos una asociación romántica sin pensarlo si quiera, esto por supuesto tiene explicación, hemos sido educados para que esto suceda y se origina en la cultura de pensar que el amor viene primero y después el sexo.

Seamos sinceros, en culturas occidentalizadas con grandes implicaciones religiosas como la nuestra, el sexo ligado al amor ha sido una manera de controlar y restringir el placer, principalmente el femenino.

Son muchas las historias de la primera vez que se habló de sexo, en las que se hizo una alusión exacta al amor; “cuando dos personas se aman”, ¿quién no ha escuchado frases así?

Pues todo es una mentira, resulta que sí es posible separar el amor del placer, el deseo del romance y los encuentros eróticos del compromiso.

La diferencia entre amor y sexo se da en su origen y su fin

Condicionar el placer al amor es negar no solo que los hombres y las mujeres, de igual manera, somos independientemente sexuados durante toda la vida, sino que somos seres que pueden buscar el placer por el placer.

Sexo y amor son pulsiones distintas, el primero es una necesidad que nace en lo orgánico, mientras que el amor es una construcción que aflora en lo psíquico. Pueden caminar juntos, pero no dependen uno del otro, es decir, ambos buscan su satisfacción de manera independiente.

El miedo, los prejuicios, estereotipos y en general una sociedad con doble moral son factores que ocasionan que muchos sigan repitiendo que el sexo solo es bueno y funcional si es con amor, algo como seguir creyendo que la vida sexual de una pareja es solo con fines reproductivos.

Todas estas falsas verdades limitan tener una expresión saludable y libre de la sexualidad, además de mantener el discurso de que sexualidad es meramente genitalidad.

Deseo, placer, sexo y amor son narrativas que creamos, son las fantasías que tenemos; en definitiva, son construcciones experienciales e imaginadas. Poder gratificarse, explorar el cuerpo y mantener una relación positiva con esa dimensión de nuestras vidas vale la pena, porque nos quita el miedo y nos permite la libertad con nuestros propios deseos y decisiones. Una mente saludable depende mucho de un cuerpo en sincronía con una mente libre de estereotipos.

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