Si bien, la dependencia a la comida puede ser menos peligrosa que la que se tiene por las drogas, no deja de ser dañina para la salud. Por eso es que hay que prestar atención a los alimentos que pueden generar adicción y consumirlos con responsabilidad.
Sobre el tema, después de realizar un estudio, la doctora Ashley Gearhardt, profesora asociada del departamento de psicología de la Universidad de Michigan, y sus colegas encontraron que ciertos alimentos son especialmente propensos a provocar conductas alimenticias “de tipo adictivo”.
De acuerdo con The concept of “food addiction” helps inform the understanding of overeating and obesity: YES, nombre del estudio, estos son los alimentos que pueden generar mayor adicción.
Pizza
La pizza es uno de los alimentos más famosos del mundo, pero también uno de los más adictivos. Es la combinación de sobrecarga de queso y cantidades masivas de carbohidratos lo que ocasiona el comportamiento alimenticio dependiente.
Chocolate
Ese delicioso dulce azteca contiene un estimulante particular llamado teobrimina, el cual, mientras que, por un lado, levanta el estado de ánimo y aumenta la concentración, por el otro, genera una fuerte adicción cuando se consume excesivamente.
Chips
El sabor de unas papas en bolsa es inigualable, pero también se debe a que están altamente procesadas. Esto, junto con el hecho de que son saladas y crujientes, por lo que no son un alimento que llene, hace que las personas las coman en cantidades altas.
Galletas
Tanto las galletas como los pasteles, alimentos que están llenos de azúcar y, en muchas ocasiones, de jarabe de maíz (que es rico en fructuosa), son altamente adictivos y, por lo tanto, peligrosos para la salud, principalmente entre las personas que padecen diabetes.
Helado
Un postre frío, mezcla perfecta de azúcar y leche, que es adictivo. Su “factor F”, es decir, el sabor, la apariencia, textura y temperatura, entre otras cosas, es justo lo que ocasiona que una persona pueda comerse un litro en una sola sentada y desee más.
Todos estos alimentos deben consumirse con moderación o, de manera más radical, no incluirse en la dieta.
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