Uno de los principales problemas cuando tratas de iniciar una dieta es controlar el hambre, ya que muchas veces en realidad lo que sentimos es ansiedad. Por eso te damos algunos puntos para distinguir si es hambre por ansiedad o hambre “natural”.
Toma en cuenta que la mejor forma de controlar el hambre por ansiedad es comer con horarios fijos y de manera equilibrada, es decir, comer cinco veces al día y consumir alimentos de los todos los grupos alimenticios.
De todos modos, aquí te damos algunos puntos para controlar el hambre por ansiedad y te ayuden a distinguir cuando verdaderamente tienes hambre o sólo te has dejado llevar por tus emociones y preocupaciones.
Hambre emocional
En varios blogs de nutrición y en revistas como Cosmopolitan encontrarás el término hambre emocional, y se refiere a esa sensación que denominamos “hambre por ansiedad”, y la cual no está relacionada con el consumo de calorías y micronutrientes.
El hambre emocional se distingue por ser un mecanismo de respuesta del cuerpo ante estados de estrés, preocupación o tristeza, ya que busca que comamos algo como paliativo de la emoción negativa.
Si te das cuenta, esta es otra forma de llamarle al hambre por ansiedad y se diferencia de la fisiológica porque responde a una emoción (generalmente negativa), lo que provoca que se consuman más cosas de las debidas.
Bienvenidos a #ElConsultorio. El tema: Manejo de estrés. https://t.co/ncQCans9yi
— ViBE TV (@ViBETVmx) August 14, 2020
Otra característica del hambre emocional es que siempre son antojos dulces, fritos o salados los que provoca, es decir, alimentos que nos gustan mucho aunque no necesariamente sean los que tenemos que consumir
Tips para identificar el hambre por estrés
El blog especializado Mindfull Eating aconseja poner mucha atención a la forma en la que se manifiesta el hambre en nuestro cuerpo, así como la forma en la que nuestro cerebro cree que puede satisfacerla.
El hambre fisiológica no surge de la nada y más bien incrementa de forma gradual. La sensación es de vacío en el estómago y crece si se deja pasar tiempo, aunado a otros síntomas como cansancio, falta de energía, sueño e incluso dolor de cabeza.
En contraste, el hambre emocional surge de manera repentina sin que exista necesariamente una sensación en el estómago y generalmente siempre pensamos en algún antojo para satisfacer nuestra hambre. Además, somos más proclives si pasamos por estados emocionales difíciles.
Con información de Midnfull Eating y Cosmopolitan